Una historia que contar!
Ese día fue anormalmente meditabundo, no almorzó, ni salió de su oficina, esa mañana trabajó a puerta cerrada. La reflexión y la angustia no eran comunes en él.
Y así oscureció, ya eran las siete de la noche y él sentado en su escritorio, con el mismo traje del día anterior, con la cara más demacrada, fumando y pensando lo que vendría en pocos días. Con las manos unidas y encogidas, observando el retrato de la mujer que robaba sus sueños, sus ojos y que también robó su vida. Ocho y cuarenta, la mano de su mejor amigo asentó en su hombro, balbuceando que era único, el padrino de su hija y sobre todo, su hermano.
Dos días antes, ya se habían reunido junto al militar Rojas, cantando con la “frente Marchita” de “Sabina” y whisky en mano, sufriendo de amores, sufriendo de rencores. Pues ese día Mario dijo “la gloria está en el cielo”.
Era un martes, recuerdo ya casi las 5 de la tarde hora en la que salía de mis clases de ingles, que dictaba mi querida profesora Mónica. Justo ese día me tuve que quedar a conversar con ella, me preguntó si había soñado algo, yo no sabía a lo que se refería. Justo cuando tomé la tacita de té, se oye un disparo, mi profesora me abrazó y me dijo no salgas. Parece que algo me ocultaban, le pregunté que pasaba y sonó el segundo disparo, esta vez la gente corrió y yo abrazada a mi profesora, creyendo que era intruso lo que pasaba; vino la señora Margarita; era una señora gordita de ojos azules y mirada dulce, ese día la vi aterrada, con las manos pegadas a su rostro y una expresión de horror. Escuché que le dijo: Moniquita, si supieras lo que a pasado, “Ana María está muerta”,Ana Maria esta muerta, su esposo la mató, y luego se mató él. Solté la taza, recuerdo que estaba con una casaca blanca y un pantalón azul, lloré desesperadamente, y corrí, mi profesora pasmada gritaba no salgas mi amor no salgas, yo obvié sus palabras y corrí rumbo a la esquina.
El sonido de la ambulancia, la gente amontonada, y dos policías que intentaban cubrir lo sucedido. Me dijeron avísale a tu papi, yo con una cara de desconcierto no creía lo que estaba pasando, todo lo veía nubloso, lo único que hacía era llorar, llorar y llorar. Avancé al lado opuesto y caminé hacia mi casa, yo tenía 10 años y la gente me miraba, otros venían y me preguntaban ¿que a pasado?, yo obviaba los comentarios, y sí, yo era la ahijada del Juez, e Hija del Fiscal, todos me conocían y todos en ese momento me aturdían, solo tenía 10 años y la situación por esas horas hicieron crecer. Llegué a mi casa, y sólo estaba mi Nana, suponía que mis padres ya sabían, la Nana me dijo ¿Qué paso mi amor?, y yo conteste , “mi padrino se mató”, ella no me creía, y me decía “ pero si estuvo acá hace dos, días”, la Nana me sirvió un vaso de leche y me dijo que me tranquilizara, le dije como estarlo si mi padrino no está, entonces corrí a ver el álbum de fotos, y saque en las que estaba con él, las puse en mi cama y empezaba a recordar esos momentos atrapados en ese papel, esos bonitos recuerdos que solo están en ese papel.
Las lágrimas se secaron, y mis ojos se cerraron. Dice mi papá que cuando llegó, yo estaba durmiendo con una foto de MI PADRINO en mi mano, me dio un beso me quitó la foto y se fue a conversar con mamá, yo ya estaba despierta, llorando en silencio mientras mi papá le decía “maldita sea se murió”, se murió, nunca había escuchado a mi papa llorar como un niño, corrí ese día y lo abracé y me dijo todo va a estar bien, yo no entendía esa palabra lo solté y ví su camisa con algunas manchas de sangre.
Eran las 8 de la mañana y las clases del colegio eran normales, yo estaba en sexto grado,del colegio de madres Divina Pastora y muchos comentaban, sobre la muerte de un juez, yo ese día estuve al lado de una amiga, parada en la puerta viendo que pasaba, afuera, a unas cuadras estaba la comisaría y al frente de ella el hospital, la sala de emergencia preparaba el traslado de Ana María, recurría de emergencia,
estaba perdiendo demasiada sangre, a unos pasos la situación era calmada, ya no había nada que hacer, los últimos minutos los vivió de madrugada, era el deceso de mi padrino, lo impensado de esto era que el había preparado su muerte. Su camisa, sus medias, zapatos y pantalón estaban nuevos, hasta el lavado gástrico realizado en la autopsia salían negativos...
Y así oscureció, ya eran las siete de la noche y él sentado en su escritorio, con el mismo traje del día anterior, con la cara más demacrada, fumando y pensando lo que vendría en pocos días. Con las manos unidas y encogidas, observando el retrato de la mujer que robaba sus sueños, sus ojos y que también robó su vida. Ocho y cuarenta, la mano de su mejor amigo asentó en su hombro, balbuceando que era único, el padrino de su hija y sobre todo, su hermano.
Dos días antes, ya se habían reunido junto al militar Rojas, cantando con la “frente Marchita” de “Sabina” y whisky en mano, sufriendo de amores, sufriendo de rencores. Pues ese día Mario dijo “la gloria está en el cielo”.
Era un martes, recuerdo ya casi las 5 de la tarde hora en la que salía de mis clases de ingles, que dictaba mi querida profesora Mónica. Justo ese día me tuve que quedar a conversar con ella, me preguntó si había soñado algo, yo no sabía a lo que se refería. Justo cuando tomé la tacita de té, se oye un disparo, mi profesora me abrazó y me dijo no salgas. Parece que algo me ocultaban, le pregunté que pasaba y sonó el segundo disparo, esta vez la gente corrió y yo abrazada a mi profesora, creyendo que era intruso lo que pasaba; vino la señora Margarita; era una señora gordita de ojos azules y mirada dulce, ese día la vi aterrada, con las manos pegadas a su rostro y una expresión de horror. Escuché que le dijo: Moniquita, si supieras lo que a pasado, “Ana María está muerta”,Ana Maria esta muerta, su esposo la mató, y luego se mató él. Solté la taza, recuerdo que estaba con una casaca blanca y un pantalón azul, lloré desesperadamente, y corrí, mi profesora pasmada gritaba no salgas mi amor no salgas, yo obvié sus palabras y corrí rumbo a la esquina.
El sonido de la ambulancia, la gente amontonada, y dos policías que intentaban cubrir lo sucedido. Me dijeron avísale a tu papi, yo con una cara de desconcierto no creía lo que estaba pasando, todo lo veía nubloso, lo único que hacía era llorar, llorar y llorar. Avancé al lado opuesto y caminé hacia mi casa, yo tenía 10 años y la gente me miraba, otros venían y me preguntaban ¿que a pasado?, yo obviaba los comentarios, y sí, yo era la ahijada del Juez, e Hija del Fiscal, todos me conocían y todos en ese momento me aturdían, solo tenía 10 años y la situación por esas horas hicieron crecer. Llegué a mi casa, y sólo estaba mi Nana, suponía que mis padres ya sabían, la Nana me dijo ¿Qué paso mi amor?, y yo conteste , “mi padrino se mató”, ella no me creía, y me decía “ pero si estuvo acá hace dos, días”, la Nana me sirvió un vaso de leche y me dijo que me tranquilizara, le dije como estarlo si mi padrino no está, entonces corrí a ver el álbum de fotos, y saque en las que estaba con él, las puse en mi cama y empezaba a recordar esos momentos atrapados en ese papel, esos bonitos recuerdos que solo están en ese papel.
Las lágrimas se secaron, y mis ojos se cerraron. Dice mi papá que cuando llegó, yo estaba durmiendo con una foto de MI PADRINO en mi mano, me dio un beso me quitó la foto y se fue a conversar con mamá, yo ya estaba despierta, llorando en silencio mientras mi papá le decía “maldita sea se murió”, se murió, nunca había escuchado a mi papa llorar como un niño, corrí ese día y lo abracé y me dijo todo va a estar bien, yo no entendía esa palabra lo solté y ví su camisa con algunas manchas de sangre.
Eran las 8 de la mañana y las clases del colegio eran normales, yo estaba en sexto grado,del colegio de madres Divina Pastora y muchos comentaban, sobre la muerte de un juez, yo ese día estuve al lado de una amiga, parada en la puerta viendo que pasaba, afuera, a unas cuadras estaba la comisaría y al frente de ella el hospital, la sala de emergencia preparaba el traslado de Ana María, recurría de emergencia,
estaba perdiendo demasiada sangre, a unos pasos la situación era calmada, ya no había nada que hacer, los últimos minutos los vivió de madrugada, era el deceso de mi padrino, lo impensado de esto era que el había preparado su muerte. Su camisa, sus medias, zapatos y pantalón estaban nuevos, hasta el lavado gástrico realizado en la autopsia salían negativos...
lo siento por esa mala experiencia que tuvistes, fue algo dificil,por otro lado la forma de la narracion me parece excelente,
ResponderEliminarfelicitaciones
como quisiera volver a querer a alguien como a ti...
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