1 de enero de 2010

y no puede tener título

Mientras observaba las olas mi mente traía un feedback de emociones, eran las 3:50 de la mañana y era la única persona sentada a la orilla, entre el agua y la arena, fue raro. Encendí un cigarro que no lo fume, eran tantas las imágenes que venían a mi iris que mis ojos no soportaron más.
Empecé el año con un beso y un abrazo de la persona que ahora forma parte de mi vida, de la persona que me da ganas de seguir sonriendo, olvidarme de posiciones light creadas por mi cerebro, de la persona que me hace llorar porque sabe lo que siento y de esa persona que llora por mí, porque somos así, somos dos niños que nos gusta jugar, correr, reír, dibujar pintar y hacer cosas normales propias de nuestra edad, porque somos dos niños encerrados en cuerpos de adultos, pero lo bueno es que sabemos sentir y demostrar. Es que existimos.
Después del abrazo y palabras que salían de la mente, porque es del cerebro y no del corazón, vinieron los amigos, por ese momento me sentí adulta, porque estábamos solos y teníamos que convivir por un día. Sin “mamá”, sin nadie que nos diga cómo cuidarnos, sin nuestro cuarto, y sin nadie que te ponga el stop, pues ahora el stop éramos nosotros, sentir que me protegía y me cuidaba fue magnífico y el hacerlo se siente igual.
Pero a las tres me levante y él también, a mi me vino el feedback y a él algo le paso, no lo reconocí porque no sabía, si miraba al mar o a mí.
A mí me vino lo de papá, mi supervivencia con la perfección, los cambios del año, todo como una película en blanco y negro que de un momento a otro el mar se lo trago.
Y empecé a caminar al frente de él y vi su cara embobada, estaba un poco mareado, por un momento nos miramos pero fuimos como dos personas que se atraían sin conocerse. Regresé a dormir y Salí para pedir encendedor, pero en realidad no quería nada. Me dio el encendedor y le grite, regrese a llorar y no a dormir, él entro y llore tanto, que él no sabía que tenía, pero había un problema, él me pedía ayuda y yo estaba nublada, él lloraba y yo no lo escuchaba, y nos desesperamos llorando y un abrazo nos calmo, el sentirnos apoyados nos calmo, ¡no te vayas!, ¡no me dejes!, ¡nos amamos!, él estar contigo es completo, porque eres todo, porque luchas con el carácter, cambias porque realmente amas, fueron nuestras palabras.