28 de mayo de 2008

Historia de un sapo de Ojos Verdes.



Que indica con sutil indiferencia
Que existe un corazón descuartizado y sus trocitos viajan por el miedo, intentando refugiarse en las guaridas o quizás sentirse más desperdigado.

Pero existe un corazón de color lluvia, con la fuerza del mar en un abrazo y una letra a cada lado de su espanto.
Que no indican hacia donde van sus pasos.
Deja que su tiempo pase, deja que su norte llegue, quizá encuentre algún pedazo.

Si me invade el hastió, es por tu ausencia.
Si te pierdo en mi frió es por pereza.
Si me invaden temores, que son eternos castigos.
Si me invaden temores que impusieron las leyes para forjar los destinos.

Y diluyo mis sueños, me vierto instantáneo, me visto de gala y recibo a tu encanto y saludo a la noche, desdibujo mi espanto.
Si confundo veredas y se hace el silencio, provocando a la brisa, porque flota un te quiero y me siento vació caminando descalzo, Aliado al sigilo, peleando por tu regazo.

Y a mi corazón descuartizado, buscando su norte guaridas y abrazos, quizás puedas darme, algún pedazo.

16 de mayo de 2008

Simple Dockas


Influenciada en los 80’s y una disputa con el helado de moca y el bendito frapuccino caramel. Una mujer que sueña con una ilusa cena romántica bajo la luz de la luna y una canción que la hace tiritar, “Careless Wishper”, sí; ese susurro indiscreto con el que sus padres vivieron y el que oía desde el vientre de su madre.

Estudiante de periodismo, tiene 18 años y la imagen de 10, a los 15 discutió con su padre para defender la comunicación con derecho del derecho, adora a Nina Pastori y su mayor deseo aunque algo embaucado es vivir la época de su anito Marvin Gaye; sí ese cantante de blues que fue fulminado por su padre.

Una chica con remordimientos, que baila flamenco cuando ella quiere, se pelea a diario con su hermana dos años menor que ella y dice ser ordenada, vivió conflictos de la moda, llego a pesar 40 kilos a los 16 y jura que comer frutas después de las 6 engorda, adora a su perra, y sueña con su auto mora, ahora solo quiere encontrar un campo en la escritura.

Mis zapatos Morados …gracias

Un Olivo de Salsa


En Lima, la diversión toma ciertos matices de acuerdo a la persona. Pero si se quiere bailar y disfrutar de la noche, el Boulevard de Los Olivos es una buena opción; un centro nocturno que comprende dos grandes cuadras de discotecas, peñas y pubs, que todos los fines de semana congrega a miles de jóvenes desde los 15 años hasta adultos mayores, con shows en vivo, música para todos los gustos y la infaltable cerveza.
Un anuncio gigante, de fondo negro y letras blancas, dicta “Hey Hey Camagüey”. Una puerta plateada con un logo amarillo, unas maracas en la parte frontal y centenares de personas esperando el momento apropiado para bailar al son de la salsa. En una esquina, un grupo de salseros muy formales ¡Que tal pugna por entrar al Karamba!
Entrar al Karamba es como entrar en un sauna inmenso: un pasadizo estrecho, a la mano izquierda un grupo de gente sentados en sillas de maderas alrededor de una mesa con pisco, whisky, cerveza y numerosos tragos del barman sobre ella. Más adelante, la pista de baile que vibra y resona al ritmo de la salsa sensual. Frente a ella, un escenario donde cantan y bailan todos los sábados los integrantes de la orquesta Internacional Sabor.
Era las 12:00 am y la gente seguía ingresando. En la puerta, un par de individuos usaban unos chalecos con letras rojas que decían “Seguridad”, encargados de revisar carteras y cosas que los asistentes carguen. Internando en aquel salsodromo, se observaba gente que solo busca divertirse. Ya en el escenario, un animador (un celebérrimo personaje que tuvo sus 15 minutos de fama en algún olvidado programa de Gisela Valcárcel ¡Que fácil es hacerse famoso por escándalos en este país!), con pantalón blanco y camisa floreada, hacia su show, acto algo vulgar pero aceptado entre las personas, con tragos encima.
Ya eran las 2am y la orquesta no venía. La gente bailaba pero, por una esquina, dos hombres (ambos con algunas copas encima) se lanzaban miradas de furias, prestos para debatirse a golpes, de repente, dos morenos hercúleos entraron a tallar en la escena. Era la seguridad aliviando al gentío congregado alrededor: tan rápido como llegaron, “limpiaron” el lugar. El animador se hizo de la vista gorda y, para disimular, llamo a tres chicas al escenario. De inmediato, pidió una cumbia (¿cumbia en un salsodromo?) y quien lo baile mejor (o, por lo menos, con los pasos mas llamativos) se hacía acreedora a una jarra de sangría. Excusa perfecta para seguir tomando y bailando.
Pero la gente comenzó a impacientarse. La razón por la que pagaron la entrada tenía nombre y motivo: Camagüey los haría bailar hasta que el cuerpo no aguante más. Cuando la orquesta hizo su ingreso, muchos ya iban varias vueltas en la pista de baile pero eso no impidió que los “maestros” del baile tomen a sus parejas para demostrar sus dotes en la pista.